Objetivos específicos de la anorexia
El foco en el control de la comida desvía la atención de los problemas subyacentes. Compararse constantemente con modelos de delgadez extrema y aspirar a imitarlos. El miedo a la madurez y sus responsabilidades alimenta la anorexia. La comida se asocia con la suciedad y la contaminación.
La comida se convierte en un símbolo de culpa y remordimiento. La enfermedad permite recibir atención y cuidados, evitando así asumir roles más maduros. La anorexia se convierte en un desafío personal a superar. El ayuno o la restricción severa se perciben como una forma de expiación.
Se utiliza la anorexia como una llamada de auxilio silenciosa. Se internaliza la idea de que la delgadez es sinónimo de felicidad. La anorexia se convierte en una forma de resistencia pasiva. La falta de autoestima y la inseguridad se intentan compensar con la delgadez.
La restricción se percibe como una muestra de fuerza de voluntad y autodisciplina. Alcanzar la aprobación y admiración de los demás, especialmente en contextos específicos. Sentir un falso control sobre la vida en momentos de caos es común.
Se busca desesperadamente validación externa a través del aspecto físico. La restricción se convierte en una forma de anestesiar las emociones y evitar el dolor. La restricción drástica genera una sensación de orden y previsibilidad. El control del peso se convierte en una obsesión y una fuente de orgullo.
El deseo de complacer a los demás supera la preocupación por la salud. Escapar de las responsabilidades adultas y mantener un estado infantil se anhela inconscientemente. La percepción de uno mismo está completamente alterada.